No me di cuenta cómo, pero me enamoré.
Me dejé llevar por el ritmo de la salsa y el vallenato, y caí en sus redes
Sé que cada lugar que visito tiene su encanto, pero Colombia ... Colombia es mi favorito.
Desde que visité Colombia siempre pienso que si me preguntasen en qué lugar del mundo me gustaría ir a vivir ahora, sin maletas, sin pretextos y nada más que por elección, sería Colombia. No conozco este país por completo, pero de seguro que si tuviese que elegir un lugar soñado para vivir diría: ¡Me voy a Cali!
Aunque solo he estado en Isla Barú, Cali, Cartagena y Bogotá, me enamoré de tantas cosas de Colombia, que no sé qué pasaría si conociera más lugares en ese país ...
Colombia es un verdadero paraíso en la tierra; por su clima, su belleza natural, por estar conectado a dos océanos y por tener todo tipo de paisajes en un solo país ... pero no solo por eso, más que todo, por su gente, sus costumbres y su cultura. Y para aquellos que amamos el baile ... ufff ... cómo negar eso es una gran cualidad de este país ...
Y es que Colombia combina tantas cosas que amo en un solo territorio ... Sol, flora y fauna indomable e impredecible, playa, café, baile, felicidad, historia, cultura y respeto por sus tradiciones. Además, su gente es tan alegre y cordial!
Son tan alegres que casi puedes sentirte culpable por no apreciar cada detalle de la vida misma o del prójimo como lo hacen los colombianos.
Qué es lo que me enamoró de Colombia? He aquí unos pequeños/grandes detalles:
El baile y la música
Para mí, amado es el Vallenato. Símbolo de fiesta, amor y alegría. Pero esa fiesta como la que se acostumbra en otros países, mayoritariamente basada en el alcohol, sino a esa fiesta que puede desarrollarse sin el, ya que en Colombia las condiciones están dadas para ser simplemente feliz.
Aquí se brinda con la fiesta de la vida y de ser colombiano al ritmo de guacharaca y acordeón. Me enamoré del Vallenato, sin duda, y por supuesto de todas las hermosas canciones de Carlos Vives.
La cumbia y la salsa, y ... Wow! ¡Cómo lo bailan! ...
Recuerdo estar en un cumpleaños en Colombia (de una mujer colombiana). Todos los invitados eran personas de edades que fluctuaban entre los 40 y los 60 años. Al ser invitada, y de acuerdo con mi mal hábito de proyectar situaciones basadas en mis experiencias anteriores, pensé que sería algo similar a lo que es una celebración en mi país, sin embargo, todo sería muy, muy diferente: las mesas estaban dispuestas de tal manera que todos compartían, cada uno de los invitados llegó con un dress code propio de una revista (lo que en mi país sería sinónimo de asistir a un matrimonio, con vestidos, lentejuelas y purpurina). Los hombres iban muy guapos según la ocasión, celebrando la alegría de la cumpleañera como si fuera suya, destacándola y permitiéndole atraer todas las miradas, compartiendo la alegría de su día especial. Tanta solidaridad fue en algo impactante para mí (desafortunadamente).
Luego, y lo más sorprendente, fue que todos los invitados tenían la mejor de las disposiciones para mostrar sus pasos de baile y llamar la atención, sin pudor alguno. Muy divertido.
Debo decir que aprendí de ese día que la vergüenza y el temor al "que dirán" es lo peor de los males.
Ese cumpleaños, ver a todos bailar y ser espontáneamente felices realmente me conmovió. Debo decir que esa noche aprendí mucho sobre lo estúpido que es el miedo al ridículo y lo maravilloso que es ser solidario con amigos y forasteros.
Esos colombianos me recibieron y compartieron conmigo como si fuera uno más, al ritmo de las "Rastastas", la cumbia, el vallenato y unos cuantos shots de guarito colombiano.
Tal vez nunca me lean y probablemente no los vuelva a ver, pero siempre estaré agradecida por todo lo que aprendí de esa noche hermosa y divertida.
El respeto como valor fundamental
No solo de los demás, sino que además de su patria, cultura y tradiciones. Los colombianos conocen y defienden la cultura que los precede y continúan sintiéndola como parte de ellos, sin renegar a ella.
Este respeto también se demuestra a través de la descentralización del país; en Colombia, cada una de las provincias es valorada y distinguida por su acento, sus bailes y sus paisajes, algo que realmente admiro y me encantaría se replicase en mi país. Están los Caleños (de Cali), Samarios (de Santa Marta), Rolos (de Bogotá), etc., cada uno con su propia identidad y costumbres.
También saben cómo hacer que te sientas cómodo, formar parte del grupo y sentirte más que bienvenido, pero siendo muy respetuosos. No sé dónde está el límite específicamente, pero ellos lo saben perfectamente y se mueven en esa línea al relacionarse con los extranjeros.
Las mujeres colombianas
Si fuese hombre, mi prototipo de mujer sería la colombiana. Como mujer, admiro sus formas y me encantaría comportarme y vestirme como ellas. Tienen una coquetería innata, y son extremadamente amables y dulces, sin pasar por la sumisión. Su acento invita a largas y amorosas conversaciones. Su forma de vestir, llena de detalles, destaca el cuerpo femenino y se preocupan por sí mismas desde el cabello hasta la última punta del pie.
A diferencia de otros lugares en el mundo, aquí destacar por la forma de vestir e insinuar atributos femeninos no es un símbolo de vulgaridad, superficialidad o promiscuidad en absoluto. Para los colombianos más bien sinónimo de feminidad, un rol que conocen profundamente.
(Desde entonces he llegado a pensar que en otros lugares del mundo hemos catalogado ciertas formas de desarrollo femenino de una manera u otra debido a la inseguridad de nosotras mismos como mujeres).
Cartagena de Indias.
La fauna, la selva, la playa, el mar, los sonidos de los animales... los colores de su naturaleza, el aire húmedo que se respira, ... la interminable lista de bondades que la naturaleza ha depositado en Colombia.
El mar tiene siete colores, las guacamayas muestran su brillo y miles de especies coexisten dentro de la tierra colombiana y lo que conservan de la selva amazónica.
Isla Barú
Dato girly: Los bikinis colombianos! Mis favoritos sin ninguna duda? Los de Agua Bendita !!!
Cultura milenaria que se mantiene en el aura colombiana, donde diversas culturas precolombinas habitaban y aunque no pudieron sobrevivir a la conquista (en su mayoría), mas su legado quedó plasmado y se manifiesta en las características indígenas de sus habitantes, mezclados con el europeo y africano.
Ese ambiente medio poético que hace que los sensibles y literarios nos sintamos inspirados a escribir y emocionarnos hasta las lágrimas; tal vez es causalidad o consecuencia de que sea cuna del gran Gabriel García Márquez, a quien admiro profundamente. No tengo muy claro qué es lo que hace de este país algo así como medio romántico, a ratos bordeando lo cursi. Tal vez una mezcla de todo lo mencionado en los párrafos previos.
¿Acerca de la comida? ... Mmm ... Arepas, pero las que se pueden degustar en Cartagena de Indias durante un paseo en carruaje en la Plaza Santo Domingo, el corazón de la ciudad amurallada. Se sirven de tal manera que ponen la carne dentro de la Arepa y también un huevo, y luego la ponen para freír todo junto.
Otro must es, por supuesto, el guarito colombiano. Un shot corto y efectivo para estar muy arriba. Bueno, tal vez dos ...
Concretamente, lo que recomiendo de Colombia:
- Paseo por la ciudad amurallada de Cartagena de Indias. Otro gran patrimonio de la humanidad. Recorrer cada esquina, admirar su arquitectura y aprender del desarrollo de los eventos que tuvieron lugar allí, con su historia de piratas que obligó a la ciudad a refugiarse detrás de las enormes murallas donde el pasado se mezcla con el presente entre casas y tiendas de colores con flores en sus balcones. Por supuesto, visitar también el que para mí resultó ser el gran ícono de Cartagena: El castillo de San Felipe de Barajas.
Ciudad Amurallada-Cartagena de Indias
Recuerdo que haberme alojado en el hotel Casa Pestagua, que conserva la arquitectura típica de Cartagena, no solo en su fachada, sino también en sus habitaciones. Un poco caro tal vez, pero en el centro de la ciudad amurallada.
Los fanáticos del queso azul como yo deberían probar las bolitas de roquefort envueltas en chocolate. Jamás he vuelto a probar cosa semejante pero quedó plasmado en mi memoria gustativa para siempre.
Me encantaría recordar el nombre del bar al que fui, con música en vivo y deliciosos y originales cócteles (maldita mala memoria!), pero sé que también estaba cerca de la Plaza de Santo Domingo, debido a sus románticas calles en las que también puedes ser fotografiado con una de las gorditas de Botero. Imperdible
Otro must es ir de compras por las tardes al Cuartel de las Bóvedas, que solía ser un lugar albergado por tropas españolas. Aquí, por supuesto, todos los turistas adquirimos nuestro sombrero colombiano Vueltiao. Luego, puedes ir al Café del Mar al atardecer y observar la despedida de la ciudad amurallada de Cartagena a travñes de sus murallas despidiéndose del maravilloso día con la esperanza del nuevo amanecer.
En la isla Barú, me alojé en el hotel Royal Decameron, sin embargo, más tarde descubrí que los colombianos están más bien en contra de esta cadena y ha sido criticado por la intervención que ha realizado en el ecosistema de la isla. Por lo tanto, recomiendo alojarse en una de las casas de playa que pueden ser alquiladas; benefician el comercio local y no destruyen la flora y la fauna tan agresivamente. Conozco a personas que han tomado esta opción y logran vivir la experiencia de la isla de una manera más natural, conectándose en profundidad con los inquilinos y residentes del lugar. Es un destino que no ha sido explotado mayormente para el turismo, pero sus playas y biodiversidad son tan maravillosas, que espero se mantenga lo más indómito posible.
Si bien este hotel ofrece todos los servicios de un 5 estrellas, sigue siendo lo típico de un todo incluido y creo que Isla de Barú puede ofrecer aún más espectaculares experiencias por sí misma.
Hotel Decameron-Isla Barú
En Cali, ir de rumba. Aprender a bailar salsa y pasar la mayor parte del tiempo con su gente, la más cordial y alegre que he conocido.
La verdad es que mi estancia en Cali se basó principalmente en la fiesta. (Probablemente tendré que volver ...)
Recuerdo estar en la Avenida Sexta, donde puedes elegir entre miles de bares y clubes para ir a bailar, dependiendo del ritmo que quieras. Hay algunos donde solo hay salsa, y otros de música más variada.
Si eres parte de los países del Cono Suroeste cualquier otro que no sea del Caribe como yo, deja tus aburridas tenidas de lado y en Cali vístete como para ir a una verdadera fiesta!, para no desentonar.
Monumento Cristo Rey. Cali.
Cómo es que viven con tanta alegría?...
En realidad, lo que más me cuesta entender de los colombianos, es cómo se logran adaptar a otra tierra que no sea la suya...
Sí Colombia. Soy tu fan.
Si los dioses de la naturaleza son reales, dejaron impresos sus más maravillosos dones en Colombia, se ensañaron en pintar con delicadeza cada uno de sus colores, y el cielo en el que habitan es reflejo de la tierra Colombiana.