Sin título...

Hoy no tengo pretextos ni disculpas para cantarte a ti, como dice la canción…

Tienes tantas cosas representativas que hacen que a cada quien que entre a tu departamento o cualquier lugar que hayas pisado, lo llene de tu esencia.

La pesca, tus moscas que hacías para poder encontrar pececitos.

Incluso la forma particular de ordenar cada detalle, todo en perfecta simetría, y con la lógica ingenieril que te destaca.

Tu letra, en tinta de papeles que dejaste, sin saber quizás que no volverías a verlos en el plano material.

Papito, dejaste todo tan intacto que duele mucho tocarlo. Se siente como que si con cada toque ajeno, todo se contaminase, y te fueses un poco más, dejando la huella material de esta tierra, para pasar a otro plano. Uno donde sólo vives en mí, en tus hermanos y en los míos.

Un poco también en las personas que dejaste y que con tu corazón inocente pudiste tocar.

Me duele tocar las cosas que dejaste. Me duele comer las últimas comidas que cocinaste. Eras un gran cocinero y lo sabías.

Me duele que ya no estés. Te extraño, y te quiero conmigo dándome un abrazo.

Lo he pasado mal. No quiero que no estés.

Todos dicen que siempre vas a estar, y que eres más que un recuerdo. Yo también lo sé, pero no quita que duela.

Siempre voy a honrarte, a través de mis escritos, y a través de mi vida haré que viva tu recuerdo. Lo que querías lo cumpliré. Y cuando me sienta mejor, haré que a través de mí, vivas también esto que llaman el regalo que es la vida… que en estos últimos meses se ha sentido más bien como una carga pesada…

Pero siempre, siempre te haré sentir orgulloso de mí, como tanto lo estabas.

Te amo mucho, con cada respiro, con cada recuerdo, en cada minuto.

Buen día Papá.